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La muerte del padre

Es probable que sea solo narcisismo, megalomanía borgeana del gusto argentino por la hipérbole. El dicho popular “producimos un papa, una reina europea, al mejor jugador del deporte más masivo del mundo” en solo una generación, y la lista podría seguir no sin algún fundamento. Que el cruce de Los Andes de San Martín junto al cruce de los Alpes en invierno de Aníbal con elefantes sorprendiendo a los romanos fueron las dos más grandes proezas militares de la historia. Que como decía el Premio Nobel de Economía de 1971, Simon Kuznets, “hay solo cuatro formas de economía en el mundo, el capitalismo, el comunismo, Japón y Argentina”, y entonces podamos imaginar que Argentina sea uno de los laboratorios sociales del mundo donde se producen anticipos. Por ejemplo, el peronismo y la justicia social en los años 40, mientras que en Brasil recién llegó el distribucionismo con Lula a comienzos de este siglo y en México recién ahora con Manuel López Obrador.

Esta introducción precede a la formulación de una hipótesis: que en la Argentina de Milei se estén produciendo exacerbadamente síntomas de un cambio de subjetividad epocal, que encuentra en la muerte del padre simbólico (la ley) lo que fue en otros períodos de la humanidad la muerte de la centralidad de la Tierra (Copérnico), que no fuimos creados por los dioses ex nilho, sino que evolucionamos de los monos (Darwin) y reinterpretando a Freud en sus tres heridas narcisistas e incluso yendo más allá en la “psicología materialista” y del Anti-Edipo de Gilles Deleuze y Félix Guattari, plantear que el abrupto cambio tecnológico, la infraestructura material de Marx, modifica radicalmente la subjetividad, su superestructura, y siguiendo ahora al materialismo dialéctico para el cual la forma de existencia determina la conciencia, aceptar que estamos experimentando un cambio de conciencia social. Que desde la Revolución Francesa igualdad y fraternidad eran valores tan apreciados como libertad, mientras que ahora está emergiendo una conciencia antigualitarista.

Reivindicaciones de superioridad de todo tipo dejan de ser reprimidas para demandar superioridad blanca, masculina, religiosa, económica, en contra de la cultura woke donde los igualitarismos cívicos frente a la ley de Montesquieu, Voltaire y Rousseau dieron paso a otro tipo de igualitarismos identitarios.

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La función del Edipo de Freud  fue profundizada por Jaques Lacan en su De los nombres del padre reforzando la idea de que la función paterna es, fundamentalmente, instalar la ley, lo que no se puede, el límite. El padre como significante de la ley. Y por primera vez en la historia de la humanidad la velocidad del cambio hizo que los hijos terminen enseñándoles a los padres el uso de las nuevas herramientas y fueran los padres los analfabetos, generando el rompimiento de sentido en el orden de autoridad y de la ley que siempre es de los mayores, promoviendo la transgresión como cultura.

En el caso de Javier Milei, la no aceptación de la autoridad paterna, salvo que fuera impuesta a los golpes como él mismo explicó públicamente reiteradas veces, arranca de la niñez, lo que permite presumir que esa rotura del significante ley en el padre, al producirse más exacerbada y precozmente, le permitió pasados los 50 años de edad conectar con la generación anterior a la suya.

Un ejemplo. Bajo la dirección “dollar dorado” con millones de seguidores en Instagram, TikTok y YouTube, se encuentra el testimonio de un emprendedor audiovisual español de solo 19 años, Antonio Santos Pérez-Roldán, que es un ejemplo de esta militancia antigualitarista: “España va a comenzar a ir mejor cuando mi voto no valga lo mismo que el de estas personas (inmigrantes), y te lo voy a explicar con una metáfora de monos y aviones. Imagínate que hay un avión con 40 monos y dos pilotos que está yendo contra el suelo en picada. Y como solución se propone hacer una votación para ver quién debería coger los mandos del avión. Obviamente los dos pilotos con sentido común y conocimiento sostienen que son ellos quienes deberían coger el avión para remontarlo, pero sin embargo los monos que están muy ocupados quitándose los piojos unos a otros, votan  que debe ser el jefe de los monos que se llama Pedro (por Sánchez) quien debe coger los mandos del avión y remontarlo. Como los monos son mayoría, ganan la votación, el líder de los monos coge el mando del avión y como obviamente no tienen ni puta idea se estrella y se matan todos. La democracia no funciona cuando la mayoría de la población son monos. Es una falta de respeto que yo con 19 años tengo un equipo de más de 26 personas que me cuesta decenas de miles de euros todos los meses, que he tributado el año pasado cientos de miles de euros y que esté creando riqueza tanto para mí como para todas las personas de mi equipo, es una vergüenza  que mi voto valga exactamente lo mismo que el de 250 mil personas inmigrantes ilegales que se han metido hace dos semanas por Pedro Sánchez en España justamente con el objetivo de aumentar al máximo posible el número de monos en la población para ganar votos. Me llamarán racista, me llamarán cabrón, pero es honestamente lo que pienso”. Vale la pena verlo y escucharlo: bit.ly/anti-igualitarista.

Rejerarquización. Javier Milei piensa lo mismo que este emprendedor español, pero siendo más inteligente ante la pregunta sobre si cree en la democracia se negó a responder afirmativamente y utilizó el Teorema de Arrow que en realidad explica otro tipo de dificultades de los sistemas de votación (ya publicamos esta columna sobre Arrow en bit.ly/arrow-milei).

Ni Milei ni Antonio Santos Pérez-Roldán prestaron atención a La teoría de la Justicia de John Rawls, porque elevan el concepto de mérito a tal extremo que recrean otra forma de supremacismo, el del talento como el de los megamillonarios al estilo de Elon Musk, quien también tuvo una pésima relación con su padre: “Era un hombre horrible”.

Así como en el siglo XIX Marx y Engels escribieron  “un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”, el asesinato del CEO United Health Care, Brian Thomsom, por Luigi Mangione, un vengador que es considerado un héroe por muchos norteamericanos que sufrieron el maltrato de la empresa de medicina, podría decirnos que otro fantasma recorre occidente, donde el excesivo premio a los megarricos pueda generar otro tipo de reacciones.

La aspiración de personas como Elon Musk de prolongar su vida geométricamente y salvarse del calentamiento global habitando otros planetas, herramientas que en un futuro no tan lejano solo podrían estar al alcance de los ultrarricos, es otra de esas distopías de un mundo donde la conciencia del igualitarismo haya quedado en el pasado. Recomiendo la lectura del reportaje de hoy de PERFIL a quien es considerado dentro de la casta de Silicon Valley un sabio: Nick Bostrom, fundador del Future of Humanity Institute.

Si la actual revolución tecnológica obliga reformular categoría psicológicas de la Viena de 1900, las del transhumanismo de Nick Bostrom directamente obligan a pensar en sentidos de la vida diferentes: su último libro Deep Utopia reflexiona sobre el sentido de la vida cuando no sea en absoluto necesario trabajar ni ningún tipo de esfuerzo como entrenar el cuerpo.

Como sostiene Nick Bostrom, los filósofos tienen mucho trabajo que aportar en este ciclo de aceleracionismo que convierte en arcaicos valores contemporáneos, para reconstruir la ética sin la cual la sociedad no podría sobrevivir a sí misma por individualismo de sus componentes, equilibrando el debilitamiento de la autoridad de la ley junto con la del padre como significante.

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