El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad grave, que está muy presente en el país y afecta especialmente a quienes tienen menos 12 años. Daña profundamente los riñones.
Se produce por consumir carne, frutas, verduras, lácteos o agua contaminados con la bacteria Escherichia coli, que la mayoría de las veces es inofensiva pero también es productora de la toxina Shiga, que altera los componentes de la sangre: disminuye los glóbulos rojos y las plaquetas, hasta que detiene el funcionamiento renal.
Vómitos y, en algunos casos, convulsiones, muestran un compromiso neurológico variable. Durante la semana previa, este cuadro es precedido por diarrea o diarrea con sangre. Ante los primeros síntomas, siempre requiere hospitalización.
Un estudio de fase III, que se realizará en simultáneo en más de 40 centros de salud de Argentina y Europa, busca comprobar la eficacia del que podría ser el primer tratamiento contra el Síndrome Urémico Hemolítico.
Se llama INM004 y fue diseñado y producido por Inmunova, una empresa biotecnológica argentina que forma parte de INSUD. Está basado en anticuerpos policlonales que actúan directamente contra la toxina Shiga.
Según los resultados de la Fase I, que fueron publicados en la revista British Journal of Clinical Pharmacology, el tratamiento mostró ser seguro en los adultos sanos que fueron voluntarios. En la fase II, donde ya se testeó en niños con la enfermedad, según se describe en el artículo de Pediatric Nephrology, los investigadores informaron que INM004 obtuvo un «perfil de seguridad adecuado», al igual que dio indicios de ser «potencialmente útil para el tratamiento».
Linus Spatz, biólogo, socio fundador y director general de la compañía que lo elabora, dijo que si la última fase de investigación resulta positiva, «sería un antes y después para una enfermedad que hoy en día no tiene tratamiento conocido». Por eso, asegura, «recibimos muchísimo apoyo e interés por parte de las agencias regulatorias a lo largo de todo el proceso”.
En rigor, el estudio fue autorizado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y la European Medicines Agency (EMA). A la par, fue avalado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos.
La fase III se está llevando a cabo en 21 centros de salud de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, al igual que en Tucumán, Neuquén y Santa Fe. En 2025 comenzará a realizarse también en Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, Reino Unido, Irlanda, Países Bajos y Rumania.
“Este ensayo clínico nos permitiría contar con una opción terapéutica que podría modificar la evolución y complicaciones en la etapa aguda de la enfermedad, y mejorar su pronóstico a largo plazo”, sostuvo Alicia Fayad, jefa de la unidad de Nefrología del Hospital General de Niños Ricardo Gutiérrez, uno de los centros donde se realiza el estudio.
La enfermedad en Argentina
Argentina tiene la mayor incidencia mundial de SUH en menores de 5 años: afecta a entre 300 y 400 niños y niñas por año. Más de la mitad de estos pacientes pueden sufrir daño renal grave, con requerimiento de internaciones prolongadas y diálisis para ayudar a los riñones a filtrar los desechos y líquidos.
Aproximadamente, el 3% de las niñas y niños que la desarrollan mueren y muchos otros quedan con secuelas de por vida.
De hecho, esta enfermedad es la primera causa de insuficiencia renal aguda en pediatría, y la responsable del 20% de los trasplantes de riñón en niños y adolescentes.
Prevenir el contacto con la bacteria
Los pacientes pediátricos enfermos, en líneas generales, primero refieren dolor abdominal intenso. Después se presenta la diarrea y las defecaciones con sangre. La palidez y las pocas ganas de orinar son parte de los síntomas frecuentes.
Para prevenir el SUH es necesario mantener hábitos de higiene y de cuidado al tocar alimentos.
Algo clave es lavarse las manos con agua y jabón antes y después de ir al baño o de cambiar pañales, al volver de la calle, y antes y después cocinar, especialmente si se manipularán alimentos crudos.
Al momento de cocinar, es importante asegurarse de que tanto la carne picada como los platos que la contengan estén completamente cocidos. Una recomendación vital es que los menores de 5 años no consuman jamás carne picada.
Otra forma de prevenir la contaminación con esta bacteria es usar agua potable para beber y para lavar frutas y verduras. En el caso de no tener acceso, una opción segura es utilizar agua hervida o con 4 gotas de lavandina por litro, en tal caso, hay que dejar reposar el agua durante 30 minutos antes de tomarla o utilizarla para lavar.
Además, hay que evitar la contaminación cruzada, es decir, el contacto de la carne cruda con otros alimentos.
Un hábito a incorporar es lavar con detergente todos los utensilios de cocina y superficies que tengan contacto con alimentos crudos, y mantener las carnes refrigeradas y siempre separadas de las verduras.
PS