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El Chelsea y un triunfogeopolítico del fútbol

La final del Mundial de Clubes hizo la puesta en escena ideal del mapa político del fútbol actual: junto a Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, estuvieron el qatarí Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG, y el estadounidense Todd Boehly, presidente del Chelsea y parte del consorcio al que le pertenece. Sobre el césped del MetLife de Nueva Jersey se desplegó el show del deporte más codiciado del mundo de la mano de un hombre que representa al mundo árabe y otro que representa a Estados Unidos, las dos fortalezas globales que ganaron terreno en el negocio del fútbol en los últimos años. El equipo inglés ganó, sin embargo, y todo quedó en casa: Boehly fue profeta en su tierra, por primera vez en el plano futbolístico, con una victoria más que significativa.

¿Pero quién es ese hombre que fue a saludar a Enzo Fernández en plena celebración del Chelsea y se llevó un apretado abrazo del argentino? Se trata de Todd Boehly, la cara más visible y uno de los líderes -junto a la firma privada californiana Clearlake Capital- del consorcio de inversión BlueCo, conglomerado que compró al Chelsea el 30 de mayo de 2022 en una inversión récord de 5.300 millones de dólares (en efectivo, según Forbes) y enhebró su presente deportivo. El millonario estadounidense llegó a Londres con un propósito difícil: seguir fortaleciendo la gloriosa vitrina deportiva que se había logrado durante las casi dos décadas de gestión del magnate ruso Roman Abramovich, quien fue forzado a vender la institución en 2022 a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania.

El primer gran título de la era Boehly

La coronación del Chelsea en el Mundial de Clubes ante el PSG campeón de la Champions League se celebró muy especialmente porque, además de tratarse de la primera edición de un formato más complejo y novedoso de la competencia, significó el primer gran título de la era de Boehly al frente del club inglés. Luego de un comienzo que no fue el esperado (terminaron la Premier League en la mitad baja de la tabla en su temporada estreno, algo que no ocurría desde 1995-1996), este año los de Stamford Bridge alcanzaron su primera coronación: fueron campeones de la UEFA Conference League, tras vencer al Real Betis por 4-1, pero el festejo fue moderado por tratarse de la tercera competencia europea a nivel clubes.

La época dorada de Abramovich había dejado la vara bien alta: junto a él y todo su poderío, el Chelsea ganó 21 títulos en 19 años -convirtiendo al club en una súper potencia europea-, incluidos entre esos la Champions en 2012 y la Europa League en 2013 y 2019. A eso debe sumarse el triplete de Thomas Tuchel, el último entrenador bajo el ala del magnate ruso en la temporada previa a su salida: de la mano del francés, cosecharon la Champions, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes en 2021.

El plan de Boehly, para estar a la altura de ese pasado reciente, parece claro: inversión de mucho capital + objetivos a largo plazo. Bajo el mando del hombre nacido en Maryland el 20 de septiembre de 1973 y egresado en Administración de Empresas por el College of William & Mary -la segunda universidad más antigua de Estados Unidos, después de Harvard-, el Chelsea rompió varios récords con sus transferencias. Siguiendo su pulso, la nueva propiedad del club inglés hizo un enorme gasto en fichajes entre la temporada 2022/2023, la de su llegada a la institución, y el presente: la cifra, según un registro de la agencia EFE, se eleva ni más ni menos que a 1.160 millones de libras.

Un businessman del deporte

No todo es fútbol, ni mucho menos, en la cartera de negocios de Boehly. En 2015, el empresario cofundó Eldridge Industries, una sociedad privada con sede en Miami y oficinas en diversas ciudades de Estados Unidos y en Londres. Si bien los seguros de vida, los medios y el sector inmobiliario son algunos de las industrias en las que invirtió, según un perfil de Forbes sobre el millonario la mayor parte de su fortuna proviene de la tecnología y los deportes. 

De destacarse en la lucha durante sus tiempos de estudiante, Boehly pasó a ser uno de los hombres más poderosos del universo deportivo, al que ingresó hace más de una década. En 2012 compró acciones para volverse copropietario del equipo de béisbol Los Angeles Dodgers, franquicia que desde su desembarco tuvo cuatro participaciones en la Serie Mundial y conquistó el título de la MLB en 2020 y el año pasado. Luego desembarcó en la NBA, en Los Angeles Lakers, y se convirtió en uno de sus accionistas minoritarios. Su última adquisición junto a BlueCo, fue en 2023: el Racing Club de Estrasburgo que milita en la Ligue 1 francesa.

Una victoria geopolítica

Boehly, cuyo patrimonio neto fue valuado el año pasado por Forbes en 6.100 millones de dólares, parece tener cierta debilidad por el fútbol argentino. Lo dicen sus acciones: el entrenador santafesino Mauricio Pochettino fue contratado bajo su tutela en 2023 y, además, pagó 121 millones de euros por Enzo Fernández en la que fue la transferencia más cara de un futbolista argentino en la historia hasta ese momento. Su nombre también se asoció con nuestro país a fines de 2023, cuando el presidente Javier Milei -tras habilitar a los clubes a convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas mediante el DNU 70/2023- afirmó que el club inglés estaba interesado en invertir en el fútbol local. “Ni bien salió el decreto, Chelsea se vio interesado en invertir en la Argentina”, dijo Milei entonces y provocó una defensa masiva de los clubes nacionales, que se expresaron contra la posibilidad de una privatización.

Enzo Fernández, uno de los capitanes de su Chelsea, fue justamente una de las piezas claves del equipo que se consagró el pasado domingo. Un título que vale mucho, para Boehly, por ser el primero grande que logra con el club inglés, pero que también lo exalta con un aporte importante al tablero geopolítico del fútbol, ese en el que su país ha venido trabajando laboriosamente para ganar una posición de privilegio. Desde el FIFAgate hasta las adjudicaciones de este Mundial de Clubes y de la Copa del Mundo (cuya localía comparte con Canadá y México), Estados Unidos ha ganado territorio en el negocio del popularísimo deporte de la pelota a gajos. La imagen del presidente Donald Trump robando flashes en medio de la fiesta de los jugadores del equipo inglés es quizás la frutilla de un postre que se viene cocinando hace varios años y que le debe agradecimiento eterno a Todd Boehly y a su Chelsea campeón made in the USA.

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