Ciertos dolores profundos pueden mitigarse con el tiempo. Los familiares de los pacientes que murieron luego de haber recibido dosis de fentanilo contaminado tardan en recomponer una vida con ausencias. Por eso, recién 80 días después del estallido del caso que tiene por lo menos 48 fallecimientos confirmados, padres, madres, hermanos o hijos de estas personas decidieron exponerse: el jueves 31 a las 14 tienen previsto realizar una protesta, una marcha del silencio, frente a la sede del Hospital Italiano de La Plata, donde esta trágica historia tiene el punto inicial.
De a poco dejan de ser un número en el expediente que investiga la Justicia Federal de La Plata, para tener un rostro y una historia. Como la de Daniel Sebastián Oviedo (44), el aventurero fanático de Estudiantes de La Plata que no alcanzó a concretar el sueño de su techo propio. Murió el 17 de mayo después de dos meses y medio de internación en ese centro asistencial. Luego de pasar por sala, terapia, cirugía y hasta una traqueotomía. A todo resistió “Danny”, como todavía lo llama su mamá, Sandra Altamirano.
A todo pudo resistir, menos a las dosis del calmante en base a opioides que el laboratorio HLB Pharma proveyó al Italiano infestado con dos bacterias letales: Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae. Cuando los médicos que atendían a Oviedo le suministraron las ampollas de este medicamento, ya nunca pudo recomponerse.
La anomalía la detectó personal especializado del Italiano cuando notaron que muchos pacientes de terapia intensiva habían muerto en un período breve. Constataron que los habían tratado con fentanilo y analizaron en el área de bioquímica que dos lotes que llevaban la marca de HLB contenían ese germen mortal.
Los resultados se enviaron a la Anmat. El organismo de control de medicamentos de Nación ordenó suspender la aplicación de dosis en todo el sistema sanitario y el 12 de mayo clausuró HLB y el laboratorio Ramallo, que era donde se fabricaban los fármacos. Esa misma semana, el juez federal Ernesto Kreplak, que recibió una denuncia de Anmat allanó las sedes de las empresas y también las droguerías asociadas.
Con el correr de la investigación se comprobó que casi medio centenar de enfermos, internados en la Provincia de Buenos Aires (La Plata y Mar del Plata); la Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe estaban en la lista de posibles víctimas del fentanilo contaminado.
Pero eran legajos fríos inscriptos en una foja judicial. Hasta que, de a poco, las familias comenzaron a hacer públicos los casos. Así se conocieron las historias de Renato Nicolini (18), un chico de Chascomús que tuvo un accidente y termino internado; o el de Luis Rosetti (72) el ex árbitro de fútbol que padeció en el sanatorio Dupuytren de la Ciudad de Buenos Aires. Se hizo público el caso de Leonel Ayala (32) el músico de Berazategui que fue derivado al Italiano después de una endoscopía. Todos murieron en las terapias.
Ahora, Sandra Altamirano, pudo hablar con Clarín de su hijo muerto después de una larga pelea. Daniel Oviedo vivía en 53, entre 22 y 23, a 800 metros del Italiano. Hace 20 años se fue con un grupo de amigos a concretar una andanza juvenil: vivir y trabajar en Cancún, en plena rivera maya de México.
Estuvo casi dos años y debió regresar porque comenzó con una insuficiencia renal. El diagnóstico derivó en un tratamiento y esto en un proceso de diálisis. Por más de 15 años tuvo que hacer este procedimiento para complementar la función renal. “Iba tres veces por semana, cuatro horas por sesión. Hasta que tuvo una descompensación y lo enviaron al Italiano para mayor complejidad”, conto Altamirano a Clarín.
Eso ocurrió el 26 de febrero de este año y desde entonces todo fue padecimiento. Pasó más de dos meses en terapia, de los cuales 30 días estuvo entubado, con respirador artificial. En un momento, a fines de abril se complicó y lo operaron. Luego de la intervención habría recibido el fentanilo contaminado. Fue una debacle: comenzó con una severa infección y casi dos semanas después falleció.
Oviedo acompañaba a Estudiantes de La Plata a todas las canchas. “Mientras tuvo salud fue a todos lados. Viajaba para los partidos de la Libertadores. El último fue a Paraguay. Ya no recuerdo cuando. Pero esa vez llegó y estaba muy dolorido”, recordó la madre.
“Danny” tenía un taxi. No siempre podía manejarlo. Hace años que no conseguía un trabajo fijo. Pero hacía de todo. Sandra y su esposo -también llamado Daniel Oviedo- lo ayudaron a levantar un departamento en el fondo de su vivienda. “Estaba entusiasmado porque sólo le faltaba el techo. Lo iba a colocar después del verano. Nunca pudo ver concretado ese sueño”, lamentó Sandra.
Vivió en pareja con una mujer que le permitió ser “como un padre” para Benjamín (15) y Celeste (21). Y hasta le dieron una nieta postiza: Pía (4), quien todavía espera que vuelva su “abuelastro”, como lo llamaban en el entorno familiar, sin prejuicios y sin vergüenza.
El abuelo viajero de Rosario
Desde Santa Fe llegan otros rostros que resignifican las víctimas. Claudio Napolitano (80), había nacido en Italia, vivió 20 años en Brasil y terminó en la localidad de Roldán, cerca de Rosario. Lo internaron a fines de abril por un problema cardíaco y murió el 1° de mayo, después de una intervención.
Según contó su hija a La Nación, manejaba solo hasta Brasil tres veces por año, caminaba por la playa, enviaba fotos con tablas de surf y bromeaba con sus hijos sobre sus numerosas novias. “No era un señor que se quedaba en su casa”, recordó Marcela Napolitano, médica, quien trabaja en el Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR) donde falleció su padre.
El hombre tuvo un cuadro que empeoró brutalmente en horas. Nadie se explicaba los motivos. Pero Marcela comenzó a unir datos, variables y un elemento resultó contundente. “En la última frase de la historia clínica dice que en la reanimación usaron 10 ampollas de fentanilo juntas. Eso fue lo que me terminó de cerrar todo”, concluyó la profesional.
Napolitano hija también se conectó con la abogada de Renato y con la madre de este chico. Alejandro Ayala promovió la iniciativa de unir familiares. Y todo confluye en la movilización de este jueves, que comenzará en el parque San Martín (o parque Vucetich) donde se congregarán para pedir que las muertes deriven en una penalidad para los responsables. Apuntan a los dueños del laboratorio HLB, Ariel García Furfaro y sus hermanos, también relacionados con Ramallo y la droguería Alfarma (distribuidora del remedio).
Pretenden, también, que se abra una instancia de revisión de la actuación de los médicos. Y de los directivos de los hospitales donde sus hijos, hermanos, novios, parejas, abuelos, murieron después que les aplicaron fentanilo contaminado.
La Plata. Corresponsal
MG