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La economía no arranca

La economía no termina de arrancar. El aumento de la cotización del dólar que se produjo en la semana que pasó fue consecuencia de esa realidad.

Hay frases que, al menos en Argentina, cualquier ministro de Economía debería evitar. “Comprá, no te la pierdas campeón”, dijo a comienzos de mes el ministro Luis Caputo ante quienes le cuestionaban el atraso cambiario. Queda claro que el mercado siempre realiza sus propias correcciones. La letra con sangre entra. El tipo de cambio trepó sólo en julio 14,1% y alcanzó los $ 1.380; bastante cerca de la banda superior de flotación que obligaría al Banco Central a tener sus primeras intervenciones. La calma llegó recién el viernes tras la concreción del desembolso de US$ 2 mil millones que hizo el Fondo Monetario Internacional. El aumento del valor del dólar repercutió inmediatamente en el sector automotriz cuyas importaciones son habituales. Algunas de las terminales ya anunciaron aumentos lineales en toda la gama del 3,5%, el doble de lo que venían haciendo. La preocupación más grande estaba y está puesta en las listas de precios que empezaron a recibir los supermercados el viernes. Una suba en los productos de primera necesidad no solo complicaría las metas inflacionarias estampadas en el Excel, sino que haría más insoportable la economía real para las familias de clase media y baja. La tibia o nula recuperación de los salarios no está para absorber aumentos del costo de vida inesperados. A la gente ya no se le puede pedir más.

Por su parte, el presidente de la Unión Industrial Argentina, Martín Rapallini, dijo en la entrevista que le concedió a Ignacio Ortelli por Radio Rivadavia que desde marzo hay una pérdida de mil a 1.500 puestos de trabajo mensuales. Los indicadores de consumo registraron una marcada baja en las recientemente finalizadas vacaciones de invierno.

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La preocupación más grande está en la lista de precios que asoma en los supermercados

Hay una máxima en la economía vernácula que se cumple con impía rigurosidad: cuando el ministro de Economía de turno y sus funcionarios tienen que salir a explicar el porqué del aumento de la divisa estadounidense, es porque hay un problema que no se soluciona con meras declaraciones. El relato libertario señala que no hay que preocuparse por la suba de la divisa norteamericana, ya que el superávit fiscal frena la emisión monetaria que es la base de la inflación. Como se señaló más arriba, el sector automotriz no parece ceñirse a ese comportamiento.

Evidentemente, en el Gobierno tomaron nota de lo poco convincentes que son esas expresiones porque el jueves por la noche, tanto el Presidente como el ministro salieron a culpar a los “kukas”, a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y a tres bancos por lo que ya denominaron corrida cambiaria. Los señalados son el banco Macro, el Provincia y el Banco de Galicia. Dos de ellos con fuerte correlato político en la oposición. La mano de Sergio Massa es señalada casi automáticamente por el oficialismo. Más allá de las especulaciones lo que nos quieren hacer creer es que, los culpables de esta turbulencia son los otros. A propósito: si el kirchnerismo tiene aún alguna chance de volver en gran parte se debe a los errores cometidos por el Gobierno en su pelea constante con sus socios naturales, hecho que complica o pone en duda su triunfo en la elección del 7 de septiembre del oficialismo. Es algo de lo que el Gobierno, comenzando por el mismísimo Presidente, debería darse cuenta. Mauricio Macri se ha tragado varios sapos para alcanzar un acuerdo sostenible con los libertarios en la provincia de Buenos Aires. Por si quedan dudas, recuérdese como muestra lo sucedido en las elecciones en la Capital Federal: de haberse unido Manuel Adorni con Silvia Lospennato habrían ganado en todas las comunas y dejado muy atrás a Leandro Santoro. El expresidente no quiere cometer el mismo error y ya dio la orden de sacrificar a su primo en su distrito para pintarlo de violeta. Un acto de pura supervivencia ante las ansias de poder de la hermana presidencial, que va por todo y avisó que tiene poder de veto en las listas para borrar a díscolos como María Eugenia Vidal. Si el acuerdo no prospera, el alcalde porteño sigue firme en su idea de remontar una especie de “Juntos por el Cambio” para explorar una nueva vía frentista.

La reunión que mantuvieron en la semana Karina Milei y Santiago Caputo es un indicio que señala que alguien advirtió que, más allá de las operaciones con encuestas que hablan de una victoria contundente de LLA en PBA, nadie puede asegurarla. Le pidieron al joven estratega que también se involucre en la campaña bonaerense y, más allá de lo electoral, todas las miradas se posan sobre el entramado de provincias que son necesarias para no seguir pasando sobresaltos en el plano legislativo.

Esa falta de acuerdos con la oposición afín pone en riesgo el sostenimiento del veto total que Milei dictará contra las leyes de emergencia en discapacidad, moratoria previsional y el aumento de las jubilaciones. El Gobierno no cuenta aún con los “87 héroes” que le aseguren poder sostenerlo en el Congreso. Una parte del PRO resiste. Las negociaciones son intensas. Los mercados, a los que el Gobierno les presta tanta atención, están muy atentos e inquietos por lo que pudiere pasar en la semana que entra. La confianza es la base necesaria para la tranquilidad.

El peronismo también atraviesa turbulencias. Los aliados del gobernador Axel Kicillof tuvieron que salir a explicar –incómodos– la presencia de candidatos testimoniales en sus listas. Es la confirmación de la viveza criolla llevada al extremo. Trampa y falta de ética en la competencia, más allá de que la jugada no esté expresamente prohibida por la ley.

Del otro lado, una dirigente condenada por corrupción intenta sostener lo que le queda de poder mientras baila en su balcón ante la falta de sucesores naturales en su espacio. La Argentina carece de verdaderos estadistas y la degradación moral de una parte importante de sus representantes es un problema que parecería no tener un final cierto en el corto plazo. El voto es la única herramienta de la que dispone el ciudadano para revertir esta situación.

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