El mundo financiero, alejado de las grandes mayorías, aparece en el centro del esquema del Gobierno de Milei y Caputo, que lo usan para “pilotear” la situación hasta las elecciones. Las tasas de interés son una montaña rusa (aunque sobre todo en alza), y todos los días escuchamos hablar de un nuevo bono, un nuevo título de deuda, una nueva medida del Banco Central, y todo tipo de maniobras.
Este miércoles las miradas estarán puestas en el dato de inflación de julio que publicará el Indec, pero hay otro hecho clave: una licitación de deuda del Tesoro por $15 billones (unos U$S 11.500 millones). ¿Qué es todo esto y cómo nos impacta?
El parche, del parche, del parche
Primero, los hechos. Este lunes las tasas de interés volvieron a subir. Hablamos de las tasas de interés de algunos bonos de referencia que utilizan bancos y principales operadores financieros, en particular de las Letras de Capitalización (LECAP) que emite el Tesoro a 15 días de plazo. A la larga, esa suba de tasas se traslada a las que ofrecen los bancos en plazos fijos y otros instrumentos y también las que cobran por los créditos.
Frente al enorme vencimiento de deuda en pesos que próximamente tiene el Tesoro, por unos $15 billones, el Ministerio de Economía, que conduce Luis Caputo, anunció una licitación para este miércoles de bonos Lecap, un bono CER (atado a la inflación) y un bono ajustable por el tipo de cambio (dollar linked) y Boncap.
Esto es: tiene que pagar muchos pesos de vencimientos de deuda. Para evitar que esos pesos vayan al dólar, va a entregar nuevos bonos (nueva deuda) para poder retirarlos del mercado y hacerse de pesos para poder pagar. Lo que en jerga financiera se llama “rollover”, o pagar deuda con más deuda, aunque con tasas de interés cada vez más elevadas, lo que es más y más costoso para el Estado.
Parche 1. Como la licitación se da en un contexto de faltante de pesos y con tasas de interés elevadas, este anuncio agregó más volatilidad al mercado. A las dos horas el Gobierno debió salir a anunciar que agregaría otro tipo de instrumento en la licitación del 13 de agosto: una Letra del Tesoro Nacional con una tasa vinculada a los plazos fijos (TAMAR- Tasa Mayorista de Argentina, una nueva tasa de interés de referencia para depósitos a plazo fijo en pesos).
Parche 2. El martes se conoció otra medida: el Banco Central crearía una “ventanilla de liquidez” para, en teoría, reducir la volatilidad en las tasas de interés. Se trata de “pases activos”, que es la operación en la que el Banco Central le compra títulos a los bancos, y al hacerlo inyecta pesos (liquidez); en este caso subastará la compra de Letras del Tesoro con más de 60 días de plazo, que éstos tengan en su poder. Esto lo dio a conocer la agencia Bloomberg Línea, por lo que aún no está oficializado.
Parche 3. Pero al mismo tiempo que ofrecerán liquidez para los bancos que “necesitan plata”, se pusieron topes a las Lecap de corto plazo para forzar a los inversores a ir a plazos más largos. ¿Cuál es la señal, quieren retirar pesos de circulación o los quieren inyectar?
¿Cómo terminó la historia? Con una tasa de interés que triplica a la inflación y que, con el dólar contenido, representa una ganancia en dólares formidable para los especuladores del “carry trade”.
TASAS POR LOS CIELOS
La Lecap que vence el miércoles ya rinde 75,4% anual.
Paga una tasa del 6,2% mensual, casi 3 veces la inflación esperada en agosto. pic.twitter.com/ESHYbihQUw
— Juan Manuel Barca (@juanmanuelbarca) August 12, 2025
Dilemas del “rollover”
Con estas medidas, anuncios y trascendidos, en apariencia contradictorios, el Gobierno persigue objetivos contrapuestos: de una parte, busca bajar en algún grado la tasa de interés para evitar que se siga encareciendo el endeudamiento interno, a la par que buscar renovar los vencimientos (conseguir retirar suficientes pesos del mercado), para que no hay una nueva suba repentina del dólar antes de las elecciones. Por ello limita busca que los inversores acepten bonos de mayor plazo, para que no se concentren los vencimientos el mes que viene.
El riesgo es que esto no sea bien recibido, que no se renueven gran parte de los vencimientos y al quedar pesos en circulación, bajen las tasas de interés, se vuelva a incrementar la volatilidad, la incertidumbre y la presión sobre el dólar, repitiéndose el escenario de la salida de las LEFI.
A falta de un verdadero motor en la economía real, esto es, de generación de recursos genuinos, la única manera de Caputo de sostener por un tiempo el espejismo de que la economía corrigió sus desequilibrios es maniobrar las variables financieras. O en otras palabras, emitiendo más deuda: tanto en dólares para garantizar el tipo de cambio bajo (con el salvataje del FMI, cerrados los mercados internacionales), como en pesos (en el mercado interno, para evitar la corrida al dólar). Pero esto va implicando crecientes desequilibrios para corregir los anteriores, en una bola de nieve que no es otra cosa que emisión monetaria reprimida.
Los problemas empezaron a manifestarse con el salto de las tasas de las Letras Capitalizables (Lecaps), que llegaron a un 75% anual, cifras récord desde su creación. ¿El motivo? La volatilidad tras el desarme de las letras LEFI (hace un mes) y la escasez de pesos en el sistema financiero. Ahora las tasas más que duplican las que había en ese momento.
El Gobierno de Milei —fiel a las recetas del FMI— apretó las clavijas para que los grandes inversores no se volcaran al dólar, cuidando el tipo de cambio y, de paso, la «confianza del mercado» antes de las elecciones. Pero este «apretón monetario» tuvo su costo: el crédito se encareció a niveles inalcanzables para empresas, pymes y familias, y el Estado quedó obligado a pagar intereses altísimos.
En la historia económica del país, la resolución de este cúmulo de deuda en pesos ha sido el “saneamiento” mediante una nueva devaluación. Esto es, un ajuste que recae sobre los trabajadores, los jubilados, los pequeños ahorristas, mientras los grandes especuladores embolsaron millones con la bicicleta financiera.
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