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Restaurar la concordia

“Para cerrar una grieta, hay que dejar de cavarla”, expresó Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del Partido Popular español, de visita en la Argentina. “Cuanto más poder, más responsabilidad en cerrar esa grieta. Gobernar, evidentemente, no es dividir mejor, sino unir fuerzas… La polarización paraliza”, explicó quien reconoce que ignorar las instituciones encierra serios riesgos y que España atraviesa un período de destrucción institucional acelerada, como muchas otras democracias que la ven erosionarse en nombre de supuestos objetivos mayores. Ese libreto incluye la normalización de la mentira, la colonización de las instituciones, la erosión de los contrapesos y el ataque a los medios de comunicación. “El linchamiento no cabe en el liberalismo ni cabe en la democracia, el linchamiento de nadie, ni de periodistas ni de discrepantes… El liberalismo, particularmente, no solo acepta el disenso, sino que lo promueve como método”, sostuvo. Lamentablemente, no ocurre así entre nosotros de acuerdo con la versión sui generis del liberalismo libertario que profesa nuestro presidente, con serias dificultades para dialogar y consensuar con quienes no piensan como él. La sociedad argentina empieza también a expresar un hartazgo frente a la confrontación impuesta desde distintas posiciones de poder, tan inconducentes como peligrosas.

Mientras la diputada Álvarez de Toledo reconoce con acierto que la gestión económica de Javier Milei “ha devuelto la vida al paciente” tras una terapia de shock dirigida a devolver racionalidad al Estado, celebra también “cierta revolución en las mentalidades”. Se refiere así a que los políticos argentinos estén tratando a los ciudadanos como adultos, diciéndoles la verdad respecto de la necesidad de tomar medidas duras y dolorosas. Desde su afecto por el país, en el que vivió más de una década, pone el acento en que la verdadera revolución en la Argentina “sería institucional” y consistiría en “apuntalar la república, las instituciones y cerrar la grieta”. La mirada lúcida de una dirigente llegada de un país en el que la mayor amenaza viene de la izquierda, como ella misma explica, coincide con la de Facundo Gómez Minujin, presidente saliente de la AmCham, quien recientemente reflexionó sobre la necesidad de defender la agenda de transparencia y fortalecimiento de las instituciones para aumentar la seguridad jurídica, sin la cual las mejoras económicas de poco sirven.

No basta con recomponer algunas variables económicas, como con éxito se viene haciendo. La revolución institucional es impostergable en un Estado de Derecho que defienda la independencia de los poderes de la república tanto como las libertades ciudadanas, incluida la de expresión. Para ello, cerrar la grieta es también un desafío pendiente. Cuando los ánimos se presentan tan caldeados, no deberíamos perder de vista el bosque a la hora de advertir sobre los riesgos de seguir echando leña al fuego. Cada uno desde su lugar y, mucho más ejemplificadoramente, desde el vértice del poder.


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